"Paseaba, apagada, encogida, por las gélidas calles de Beijing.
Por fin salía el sol tras más de dos semanas de días grises, lluviosos e interminables nevadas.
Miraba al suelo, abstraída en sus pensamientos con el semblante serio. Reflexionaba acerca de ese extraño e indomable océano que era el mundo de los sentimientos.
Había decidido que estaba cansada de oleaje, necesitaba calma. Lo mejor era dejar a su escarchado corazón congelarse del todo y que el propio peso de esa armadura de hielo lo hundiera en el calmado fondo, al resguardo del vaivén de las olas.
Sin embargo, cuándo alzó la vista y vio los cientos de farolillos rojos que días previos colgaban inertes cubiertos de nieve y ahora brillaban agitándose alegremente bajo los rayos del sol ...
Supo que algún día a su corazón volvería a sucederle lo mismo y sonrío."
Supo que algún día a su corazón volvería a sucederle lo mismo y sonrío."
© by Bea
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