Érase una vez un gato, perezoso y dormilón que vivía en París, se trataba de un felino negro con enormes ojos verdes y un curioso nombre... Perro.
Era un gato casero al que, cuándo no estaba confortablemente enroscado dormitando, le encantaba jugar. A veces se creía un puma y corría por la casa saltando de un mueble a otro y mordisqueando a su dueña en busca de un poco de acción.
Sin embargo, pese a la cómoda vida que llevaba, nuestro curioso protagonista ansiaba conocer mundo. Le encantaba ver los documentales de viajes tumbado en el sofá y envidiaba a su dueña que era una incansable trotamundos.
Soñaba con visitar algún día lugares lejanos, estaba cansado de pasear únicamente por los concurridos pero aburridos tejados de la ciudad de la luz.
Un día, mientras corría por la azotea persiguiendo una paloma que juguetona le había estado haciendo rabiar a través de la ventana, descubrió unas misteriosas escaleras azules situadas por las que, curioso, comenzó a descender … súbitamente, se dio cuenta de que estaba volando, se habían terminado los escalones y estaba cayendo al vacío lentamente rodeando de nubes.
Cerró los ojos asustado y cuándo los volvió a abrir, un brillante sol le deslumbró y una curiosa voz hizo que se sobresaltara.
SIDNEY
-¡Hola ! ¿ de donde vienes?¿Eres un gato paracaidista? Hacía mucho que no recibíamos uno en Sidney, bienvenido!!-
Un extraño ser ,que parecía una enorme galleta de chocolate, le estaba hablando. -¿Sidney?- Respondió, -¿estoy en Australia?-...miró alrededor maravillado , estaba allí! Podía ver con sus propios ojos la famosa ópera y los majestuosos puentes mientras la brisa marina le acariciaba el hocico.
Una vez superada la sorpresa inicial, Perro y su nuevo amigo comenzaron a charlar y el Señor Chocolate le explicó que ,por todas partes del mundo, existían lugares mágicos que conectaban diferentes puntos del globo terrestre (escaleras, puentes, puertas, torres) pero que era cuestión de suerte encontrarlas y por pura casualidad él había hallado una.
Más de una semana estuvo nuestro gato viajero , recorriendo la gran urbe ,visitó las famosas playas Manly y Bondie beach donde su corazón quedó prendido de una gata surfera, pero se cansó del ruido de los coches, el bullicio de la calle y el estrés de la ciudad y decidió que su próximo destino tenía que ser algo completamente opuesto.
Preguntó a su anfitrión que lugar le recomendaba cómo próxima etapa y éste le habló de una entrañable tribu perdida en la pequeña isla de Tanna a la que podía acceder por el pasaje mágico localizado en uno de los camerinos de la gran Ópera de Sidney.
Sin dudarlo un momento, decidió que allí iría.
VANUATU
Cuándo volvió a abrir los ojos sintió un olor a humedad y madera que le rodeaba.
Tímidamente sacó la cabeza hacia la luz y se dio cuenta de que se encontraba en el tronco de un enorme árbol milenario , un montón de ojos y bocas sonrientes le observaban, eran los Nakulamenés la acogedora tribu de la que el señor Chocolate le había hablado.
Durante 1 mes, vivió en ese paraíso de naturaleza y paz , disfrutó de los ritos y costumbres de su nueva familia y se convirtió en inseparable compañero de una pequeña llamada Kaenoum con la que aprendió a orientarse por la jungla, trepar árboles e incluso cruzar el río saltando de piedra en piedra y pescar con sus garras .
Sin embargo, no podía quedarse allí para siempre. Sentía que en ese maravilloso lugar podría vivir llevando esa simple y feliz vida, que los Nakulamenés siempre serían una familia para él pero algo en su interior le impulsaba a continuar viajando. Y tras una inolvidable noche donde una enorme luna llena, actuó como madrina de honor iluminando las danzas y cantos tribales de su querida tribu , el Chaman le entregó un collar mágico que le llevó a su siguiente etapa...
FILIPINAS
Era tiempo de cumplir otro de sus sueños... ¡ir a la playa!
Decidió que Filipinas y sus paradisíacas islas sería el lugar indicado para aprender a nadar y bucear.
Así que, ni corto ni perezoso, se puso el collar mágico y cuándo se despertó estaba cómodamente enroscado en una hamaca en la paradisíaca isla de Boracay.
Allí, vagueó durante varios días, disfrutando de la hospitalidad de los habitantes y del ambiente festivo de la isla.
Tanto le gustó la vida acuática que recorrió kilómetros y kilómetros de océano (llegando incluso hasta Malasia) a lomos de un enorme y encantador tiburón ballena al que conoció durante su curso de snorkel . Tortugas, corales, barcos hundidos…¡que maravilloso mundo había descubierto!.
Semanas después, mientras disfrutaba de un tranquilo atardecer en Donsol , el destino quiso que conociera a un simpático pescador que le contó historias increíbles acerca de las montañas del norte de la isla de Luzón, y se ofreció a llevarle hasta el pueblo costero más próximo para que, desde allí ,pudiera comenzar su camino y conocer tan verdes parajes, sin dudarlo , aceptó la oferta y surcó el mar de las Célebes en el pequeño bote.
Tres inolvidables y agotadores días estuvo paseando por las terrazas de arroz, descubriendo cascadas escondidas, cuevas e incluso momias que decoraban las paredes de algunas colinas.
Sus patas gatunas estaban débiles y embarradas de tanto andar, la época de lluvias se estaba acercando y pronto tendría que marcharse de allí. ¿A donde podría ir?
Cuándo al atardecer del tercer día caminaba despistado por el fino murete de una de las terrazas, se dio cuenta que se terminaba la parcela y debía saltar para alcanzar la siguiente, confiado cogió carrerilla y…cayó al vacío.
Sus cansadas patas no le había impulsado con fuerza suficiente…arqueó el lomo y cerró los ojos, preparado para un desagradable aterrizaje en el barro pero sorprendentemente , con lo que contactaron sus mullidas almohadillas fué una dura y fría superficie…¿dónde había caído?
CHINA
Cuándo miró al suelo, en vez de esponjosa hierba y un terreno embarrado vio una gigantesca piedra , levantó la mirada y casi se vuelve a caer del susto ¡ estaba en la gran muralla china! otra vez había encontrado un pasaje mágico.Definitivamente era un gato con suerte.
Aún sin dar crédito de dónde se encontraba, caminó varias horas por los enormes escalones de la muralla hasta que , exhausto, se paró en un recodo a protegerse del gélido viento. En ese momento una pareja de sonrientes chicas de rasgos europeos cargadas con enormes mochilas, se acercaron, le acariciaron y sin dudarlo le hicieron un hueco para que viajara con ellas.
Brrr que frío hacía, y ¡que complicado era comunicarse con las gente allí!
Menos mal que tenía a sus nuevas compañeras de viaje y así , de mochila en mochila,a hombros de sus risueñas e inagotables amigas, siempre curioso, asomando la cabeza para no perderse ni un detalle, podía viajar sin miedo .
Durante un mes recorrió el país de norte a sur . Trenes, autobuses, bicicletas, ferry todo transporte era válido para llegar a nuevos y recónditos rincones de ese gigantesco país .Éstas chicas conseguían siempre hallar una solución para alcanzar el destino que tenían como objetivo, eran increíbles.
Se maravilló con las luces festivas que decoraban todas las ciudades en honor al nuevo año, probó extraños alimentos en los puestos callejeros, ayudó a sus intrépidas compañeras a regatear en los mercados, sus garras aprendieron a patinar sobre el hielo... cada jornada era una nueva vida llena de experiencias y encuentros.
Una tarde, cuándo se encontraba solitario, paseando por un pueblecito llamado Yangshuo, descubrió un pequeño local donde un curioso joven estaba atareado pintando zapatillas con los colores y diseños más increíbles que jamás había visto.
Maravillado le preguntó si podría hacerle unas a su medida, “el gato con botas” siempre había sido su cuento favorito. Con una gran sonrisa el artista le respondió que sería un honor y se puso a trabajar en ellas.
En menos de treinta minutos, Perro, estrenaba su nuevo calzado, y caminaba feliz, embelesado, observando el río y los enormes riscos de piedra que hacían del paisaje un cuento de hadas con las garzas volando bajo en busca de peces.
De forma repentina, comenzó a sentir un hormigueo en las patas y perdió el equilibrio, ¡¡ De los laterales de sus nuevas botas estaban creciendo unas alas!!
Probó a dar un salto y su sorpresa fue increíble cuándo se encontró flotando, definitivamente era tiempo de dirigirse a otra destinación y decidió que Nueva York era el lugar que deseaba visitar.
NUEVA YORK
Gracias a sus botas aladas , sobrevoló China, Japón e incluso se atrevió a acercarse un poquito a la luna que siempre la había causado curiosidad.
En menos de dos días llegó a el continente americano y enseguida avistó los espectaculares rascacielos de Manhatan.
Preguntó a un pichón de aspecto local, cual era el mejor sitio para aterrizar y comenzar a conocer la ciudad ,éste amablemente le indicó que, sin duda el pulmón verde era la pista perfecta para un viajero volador poco experimentado, y siguiendo su consejo, dirigió su aterrizaje hacia Central Park .
No fue una maniobra sencilla ya que, concentrado en caer sobre sus cuatro patas limpiamente, se despistó y no vio una pelota de béisbol cuya trayectoria iba dirigida a su cabeza y como resultado del impacto , chocó contra un árbol cayendo al verde césped de una forma muy poco elegante.
¡Que vergüenza!, esperaba que nadie se hubiera dado cuenta. Agilmente se puso en pié y al mirar alrededor vio que estaba rodeado de un grupo de ardillas y palomas que, con una media sonrisa y gesto de curiosidad en sus caritas le preguntaron si se había hecho daño y le dieron la bienvenida.
Con ese peculiar grupo de animales urbanitas, recorrió el parque , disfrutando de los bailarines espontáneos, los partidos de béisbol infantiles o de los románticos paseos que las parejas daban en barca.
Al anochecer se adentraron en la gran urbe, donde se sintió el protagonista de una película observando boquiabierto los cienes de taxis amarillos subían y bajaban por las ruidosas avenidas, los gigantescos carteles de Broadway, la locura luminosa de neones en Times square .
¡Definitivamente, aquella ciudad era todo un mundo!
En su tercera semana como felino newyorkino, mientras paseaba cotilleando curioso los pequeños locales del Soho, descubrió una galería fotográfica con unas increíbles imágenes de caballos salvajes y justo al lado de la misma ,otro local con unas magníficas fotos de su querida Torre Eiffel.
Ver esas imágenes hizo que la morriña le invadiera, ¡cuánto echaba de menos su hogar!
Inmerso en sus pensamientos, melancólico , continuó callejando despistado, mirando al suelo hasta que sus ojos se encontraron con un papel arrugado y pisoteado en el que ,nuevamente, aparecía una foto de la Torre Eiffel con una misteriosa frase escrita en caracteres chinos “ Viaja a Paris, trueque de objetos mágicos ” y bajo la misma, una dirección perteneciente a Chinatown.
Aquello era la señal definitiva, era el momento de volver a su hogar.
Nervioso, caminó hacia el barrio chino donde su olfato gatuno se volvía loco con el olor a pescado que invadía las callejuelas. No le fue difícil encontrar el local ,se trataba de una curiosa tienda de antigüedades repleta de extraños objetos polvorientos.
Dentro, un anciano de larga barba blanca pulía con empeño una roñosa lámpara murmurando palabras entre dientes. Perro, se acercó a él y le mostró el flyer que había encontrado en el suelo, explicándole su deseo de volver a Paris.
El hombre, ilusionado con la sorprendente visita de una gato tan poco habitual, escuchó entusiasmado la historia del largo viaje realizado por nuestro amigo, ofreciéndose a ayudarle en su retorno a Europa.
Unicamente debía dejar sus botas mágicas en la tienda y a cambio de ellas, obtendría una cartera de la que salían billetes de avión sin límite.
Sin dudarlo, Perro aceptó el trato y , cartera en pata, en unas horas ya estaba rumbo al aeropuerto.
EUROPA
Cuándo, por fin, llegó a la entrada de su hogar parisino, se sentó en el colorido felpudo y comenzó a maullar.
-¿Perro?- Oyó la familiar voz de su dueña al otro lado de la puerta, en unos segundos, como un torbellino de energía su sonriente amiga le tenía en brazos y no paraba de achucharle saltando de alegría al verle de nuevo en casa.
Perro ronroneó feliz, volvía a estar en casa.
Esa noche,cuándo cerró los ojos para dormir en el cálido regazo de su dueña, supo que nunca más se separarían y que esa billetera mágica les llevaría a él y su inseparable compañera a seguir recorriendo mundo...